El hemograma se utiliza para detectar y monitorear una amplia variedad de afecciones médicas, como anemia, infecciones, inflamación, trastornos de coagulación, enfermedades del sistema inmunológico y cáncer, entre otras. También se puede utilizar para evaluar la eficacia de los tratamientos y para detectar problemas médicos antes de que se manifiesten los síntomas.
En un hemograma, se mide el número de glóbulos rojos (hematíes), el número de glóbulos blancos (leucocitos), la cantidad de hemoglobina (una proteína que transporta oxígeno en la sangre), el hematocrito (el porcentaje de glóbulos rojos en la sangre ), el tamaño y forma de los glóbulos rojos, y la cantidad de plaquetas (células que ayudan a detener el sangrado).